jueves, 19 de abril de 2012

una risa de muerte


Una risa de Muerte.
Tema: la burla y el engaño a la muerte.
Idea central o storyline: Dos ancianos logran salvarse del mensajero de la muerte a través de un juego de engaños, que les provoca tanta risa que los mata.
Personajes:
Mr. Muerte. Personaje Principal. Es una caracterización graciosa  personificada en la parca con su  hoz, con la idea de que sea identificable y amigable con todo tipo público espectador. Vestida de traje negro que conserva sus características clásicas,  se representa por  una forma fantasmagórica pero que es amigable, es decir; un espíritu humanizado.
Don Adolfo.  Personaje Principal. Militar de profesión. Es el avispado que engaña a la muerte con astucia,  se parece a  Adolfo Hitler. De camiseta de color rojo, que simboliza el partido liberal y las luchas de  la guerra de los mil días.
Don Isra. Personaje secundario.  Militar de profesión. Es el lado sentimental de la historia y se vale de su poder de convencimiento para conseguir el consentimiento de la muerte a su último deseo. Con camiseta azul, que denota el partido político conservador.
Conflicto:mantenerse con vida a pesar de que ya es la hora de su muerte.
Historia:
Se encuentran dos hombres de gran edad (veteranos de guerra) en una sala de reposo de un ancianato mirando un programa de  la T.V al tiempo que parpadean y se le cierran las pestañas quedándose dormidos. De un momento a otro la luz de la habitación comienza a titilar, hay un corto que produce un ruido y despierta a los viejos, el televisor se funde y sale un vaho oscuro del que se materializa una parca con su hoz.
Después de aparecer completamente Mr. Muerte El señor Adolfo y don Isra  despiertan con un reacción de sorpresa y miedo, mientras ella se acerca y les muestra el pergamino donde estaban sus nombres, lo que indica que le ha llegado su hora.
De inmediato el señor Adolfo toma de su bolsillo de adelante las gafas y se las pone para observar mejor con timidez e inseguridad el papel decorado. Da un paso atrás y saca de su pantalón su cédula y mira a la muerte con valentía y seguridad, le demuestra con su cedula recompuesta que al final su nombre está mal escrito. La muerte se sorprende, le arrebata la cédula, da media vuelta y comienza a sacar –de lento a muy rápidamente- muchos pergaminos hasta que casi tapada por los pergaminos lo encuentra; los voltea a mirar a ellos y están dormidos.
Mr. Muerte se pone furiosa y los despierta, luego los mira y alza su hoz pero se detiene al ver a don Isra arrodillado pidiéndole un último deseo, ella accede y se sienta en la mitad de los viejos mientras don Isra se levanta y saca del baúl sobre el que esta la T.V. un libro de los muchos que se ven que dice memorias, lo abre y comienza a mostrar fotos de sus hazañas militares. Entre foto y foto las caras de alegría y recuerdo de los ancianos se ven opacadas por el desinterés y aburrimiento de Mr. Muerte, quedándose dormida y poniendo la hoja de la hoz sobre las piernas de don Adolfo.
Don Adolfo toca lentamente el filo de la hoja de la hoz, aprovecha este contacto mostrándose malicioso y de un momento a otro sus gestos se vuelven maldadosos y heroicos. Nuevamente una descarga de energía y las luces titilan. Mr. Muerte abre sus cavidades visuales pero no toca su hoz pero los dos viejos se encuentran al lado y lado de él viendo sus batallas y hazañas del pasado.
Mr. Muerte se comienza a sentir débil, se mira y se ve desvanecida, nota que le falta algo, desesperadamente observa hacia los lados donde están los ancianos y nota que le falta su hoz, se levanta y recorre toda la sala posándose al frente de los viejos asustados por su mirada y su señalamiento, de repente ve debajo del mueble, detrás de los pies de don Adolfo la hoz, se abalanza decididamente sobre ella y cuando la agarra en sus manos se resquebraja en partes diminutas la hoja.
Al ver esta arma resquebrajarse don Adolfo le enseña de manera sutil el serrucho a Mr. Muerte a la par que el espectro pasa a ser silueta y luego polvo negro, los veteranos de guerra se quedan en ese  acontecimiento en silencio, se miran sorprendidos, ven a los lados del cuarto, respiran y sueltan una gran carcajada.  Se ríen y tosen al unísono, Adolfo se pone rojo, Don Isra sigue riéndose mostrándose recuerdos de esas fotos alternadamente, hasta que se presentan a ambos con una gran sonrisa, de oreja a oreja, dentro del ataúd por haber ganado en el duelo de morir riendo y con ello el de seguir viviendo.

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